martes, 26 de enero de 2010

Los funerales

Ben Seabourn; Sun HawkEn general las diferentes ceremonias fúnebres tienen que ver con la expulsión del espíritu del muerto, no de su retención. El difunto es ayudado a irse y la comunidad se limpia y purifica de su influencia.

Los guaraníes suelen comerse sus partes entre los compañeros de la gran casa comunitaria. O sea, hacen suyos las energías, afanes, preocupaciones y responsabilidades del muerto.
En caso de que no sea así el cuerpo puede ser entregado a la intemperie hasta ser despojado, luego se entierran los huesos.
Si no es así y se entierra al muerto, se esconde el cuerpo en un lugar dónde nadie lo pueda encontrar.
Después de deshacerse del cuerpo es preciso desembarazarse del espíritu del difundo por medio de una ceremonia complicada. Las autoridades del grupo, el jefe, su segundo y el payé (chamán), jefe espiritual de los indígenas, sacerdote, hechicero y médico, se sientan en taburetes, uno junto al otro, frente a la puerta de la casa y comienzan a hacer gestos como si apartaran alguna cosa que iban expulsando de cada uno de los brazos y piernas; luego tomaban ese objeto imaginario cuando salta de los dedos y tobillos, mientras se balancean sobre una tela hecha con hojas de palmera, de cerca de un metro cuadrado. Debajo de la tela se halla una media tinaja llena de agua, en la cual flotan ciertas plantas; de vez en cuando, todos examinan minuciosamente la tela y el agua.
Después, los tres hombres caen en trance y son acometidos por fuertes vómitos, que los distorsiona violentamente, ceremonia que era acompañada por un canto incesante de toda la comunidad.
Los celebrantes repiten incansablemente una misma expresión; en caso de los maxubis es: tawitacni.
Las ceremonias duran tres días.
Al tercer día los ritos alcanzaron su punto culminante. La tela es llevada al interior de la casa y colocada en un lugar iluminado por la luz de la entrada; las personas se postran en tierra. Los tres jefes se levantan de sus taburetes y, muy excitados, se agruparon en la puerta, mirando la tela con los ojos intensamente fijos. En el interior, a uno de los lados de la tela se hallaba un compartimento donde el muerto había dormido y hacia el cual los jefes dirigían sus miradas. Durante un instante reinó un silencio absoluto y, en ese momento, el espíritu del muerto sale del compartimento y se dirige hacia el poste central que sostiene la vivienda, lugar del axis mundi por donde desaparece.

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